Mientras compra en los mercados locales, prepara comida, cocina, sirve y come cualquier plato marroquí, podrá sentir las notables influencias de la larga historia de colonizadores e inmigrantes de Marruecos que dejaron sus marcas y huellas en el país.

Los primeros habitantes, los bereberes, tuvieron un gran impacto con platos como el tajín y el cuscús. La invasión árabe trajo consigo nuevas especias, frutos secos, frutas deshidratadas y sabores agridulces. Estas nuevas influencias realzaron los tajín con nuevas combinaciones, como dátiles y cordero, convirtiéndolos en una de las especialidades del país en la actualidad. Los árabes introdujeron deliciosas aceitunas, zumo de aceituna y cítricos, incluyendo una sofisticada técnica de conservación. Durante el Imperio Otomano, se introdujeron los kebabs a la barbacoa, hoy tan populares. Finalmente, los franceses abandonaron la gran cultura de los cafés, la pastelería y los dulces.

No hace falta decir que comer un plato marroquí no es solo comer, sino mucho más. Es una experiencia de la rica historia, una conexión con la comida y, por supuesto, una conexión con la amabilidad de la gente marroquí.